jueves, 26 de julio de 2012

CRONICAS DEL VERANO: SOLSTICIO. CAPITULO SEGUNDO: LOCURAS. PARTE 1/5



Yo no estuve en aquella noche, lo supe todo a unos días después de los sucesos.
 Como hablaron en la cafetería Gio, Jonas y Miku habían quedado para salir de fiesta y terminar en el barrio ruso para buscar una prostituta con la que desvirgar al pobre Miku. Aquella noche fue muchas cosas pero desde luego no fue corriente ni fue común.
Quedaron en verse en el Pony como hacíamos casi siempre, allí empezaron con las pintas hasta ponerse tibios. Cuando decidieron irse del Pony ya estaban algo más que contentos y así terminaron en Charmed –el local donde unas noches antes Miku me había presentado a Seema- donde lejos de relajarse comenzaron a beber copas sentados en torno a una mesa redonda muy aja y de un color negro que parecía cambiar según las luces –o eso pensaban ellos que estaban ligeramente ebrios como para distinguir si la mesa cambiaba o no de color-.
-          ¿Tíos y si nos levantamos un rato y bailamos?
-          Miku no estoy lo suficientemente borracho para hacer el maricón en la pista, soy neoyorkino –la voz se le entrecorto unos segundos como pensativo- y los neoyorkinos no bailamos salvo que sea de manera horizontal, verticalmente no somos muy diestros.
-          Pues yo si voy a bailar Miku, pero por mi cuenta no te acerques mucho que ahuyentas a las chicas.
Ambos se levantaron dejando en la mesa a Jonas y se dirigieron a la pista separándose en el trayecto para no entrar a la misma al mismo tiempo –toda precaución era poca para que nadie pensase que venían juntos- colocándose cada uno en sitios diametralmente opuestos. Gio bastante acostumbrado a bailar comenzó solo en una esquina y pronto se vio cercado de un grupo de chicas que parecían venir todas juntas –quizás se trataba de un cumpleaños o una despedida de soltera-,Gio lejos de sentirse observado o intimidado se desenvolvía bien entre tanta mujer, se le veía acostumbrado a lidiar con mujeres y pronto cambio su baile solitario en un baile en pareja acercándose a una morena de melena inacabable y curvas sinuosas –era el tipo de mujer por la que Gio suspiraba, voluptuosa como una carretera, grande y fuerte, no le gustaban las mujeres muy delgadas o escuálidas tipo modelo de pasarela que se mataban de hambre, le gustaban que fueran poderosas y de grandes caderas, y en aquella chica había encontrado todo aquello que le atraía que en una mujer, como algún día la habría dicho su psicoanalista tenia no buscaba una pareja, buscaba una madre y por eso tenia obsesión por las caderas grandes y anchas ya que son un símbolo inequívoco de fertilidad- que rápidamente entro al trapo atraída por aquel joven y musculoso italiano de larga y brillante melena que bailaba como si le estuviera haciendo el amor, con pasión y vitalidad. No tardaron mucho en mirarse a los ojos y saber que ambos querían más el uno del otro.
En la otra esquina de la pista Miku no tenía el mismo seguimiento que Gio, buena parte de la culpa la tenían su atractivo –o la falta del mismo- y su saber hacer dentro de la pista que era bastante limitado, puede que a los galeses les fuese la marcha como bien había dicho el mismo pero no sabían lo que ésta era lejos de una pinta de cobriza cerveza.
Por su parte Jonas seguía en la mesa bebiendo tranquilamente apreciando el placer de beber solo y fumar del mismo modo –se encendió un cigarrillo con una cerilla- mientras miraba al par de gañanes -como Fly los había definido horas antes- bailar o tratar de hacerlo en la pista, rápidamente observo las distintas suertes de uno y de otro, era algo que se veía venir, los sajones no tenían sangre latina por sus venas y eso incluía no tener arte ni talento alguno en una pista de baile, Jonas lo sabía y por eso evitaba hacer el ridículo. Cómo siempre se ha dicho es mejor un cobarde vivo que un valiente muerto, y así él en la mesa guardaba –conservaba- todo su atractivo y su misterio implementado ahora -si cabe- por estar solo y que una pista de baile habría desbaratado en  apenas dos minutos. Retrepado en su sillón y riéndose -sin ser demasiado estridente- de aquel galés ebrio y ridículo que hacía por imitar a su amigo más afortunado, 3J se dio cuenta de algo que raramente se le habría escapado durante tanto rato de estar algo más sobrio y es que a unos cinco metros en otra mesa y con dos chicas más una preciosa rubia no dejaba de mirarlo y tras darse cuenta que Jonas la había visto no solo no aparto la mirada sino que le miro fijamente y le sonrió, Jonas se estremeció por primera vez en su vida –el nunca lo habría reconocido abiertamente pero lo hizo en aquella ocasión, dijo no haber sentido algo así nunca por una mujer, es más se jacto de ser él el que acostumbraba a hacer estremecer a las mujeres- por una chica que –aun- no conocía y rápidamente llamo al camarero para poner remedio a ello. Pidió una botella de Möet Chandon –quería demostrar su poderío económico que a veces era tan atractivo y atrayente como el físico- pero para su sorpresa le dijeron que no tenían nada parecido que si quería podía servirle un cava del penedés o un espumoso francés pero de menor calidad que el möet; dejo a un lado lo económico y le pregunto que tomaban las señoritas a lo que el camarero respondió que estaban tomando sanfranciscos dos de ellas y un Long island Ice tea la tercera –siendo esta la rubia voyeur-, así que 3J decidió invitarlas a las tres –era bueno quedar bien con las amigas- a lo que estaban tomando, el camarero asistió y se fue para volver con las tres copas a la mesa de las tres chicas que sonrieron y levantaron las copas como agradecimiento hacia la vista de Jonas cuando el camarero les dijo quien pagaba las bebidas. Jonas espero que vinieran a sentarse con él, algo que para su sorpresa no sucedió, de hecho la rubia fisgona que no dejaba de mirarlo dejo de hacerlo, 3J se sintió estafado, comprendió que toda aquella parafernalia solo había sido una argucia para sacar una copa gratis y lo habían hecho bien ya que lo habían conseguido –ahora agradecía que no hubiese habido möet-, se sintió frustrado y por momentos molesto y engañado, lo habían utilizado y era algo nuevo para él que acostumbraba a utilizar a las mujeres, para sacarlo de sus ensoñaciones y enfados llegaron a la mesa Miku y Gio, este último con al menos cinco chicas entre las que estaba la morena de melena de cuento de hadas –nuca había visto un pelo tan largo, parecía Raspunzel- con la que había bailado en la pista –y al parecer habían hecho otras cosas lejos de ella-; sentó a las cinco chicas en torno a la mesa y las presento como Paola, Susana, Antonella –la morena a la que no dejaba de coger por la cintura- Shanti y Chloe. Como  era casi común en Taunton, los chicos de nuestra edad éramos todos de Taunton y con las chicas pasaba lo mismo eran todas de la academia, de tercero. Jonas las saludo a todas, curiosamente conocía a Susana y a Chlöe y no precisamente de alguna tutoría lo cual hizo la situación algo más tensa ya que 3J no cultivaba en exceso las relaciones con las chicas, solo las tenia sin más lo que les dejaba a ellas un regusto amargo que podía trasladarse como esa noche era el caso en una situación embarazosa y tensa que además amenazaba con fastidiar los planes a los demás así que Jonas decidió irse de Charmed con la escusa del cansancio y de que al final había recapacitado y estaba de acuerdo conmigo –maldito sinvergüenza embustero así mismo se lo dije cuando me conto que me había puesto de escusa para dejar el local y a Miku y Gio en buena compañía-. Quizás a Miku aquella noche no le hiciese falta ir de putas con algo de suerte y sobre todo si no sonreía mucho con esos dientes de asno que dios con su grandiosa bondad -y a veces mala leche- le había dado pensó Jonas para sí mientras abandonaba el local para quedarse en la puerta del mismo al menos unos minutos fumándose otro de aquellos olorosos –e insoportables- pitillos que fumaba cuando estaba solo. 

domingo, 24 de junio de 2012

CRONICAS DEL VERANO:SOLSTICIO. CAPITULO PRIMERO: LA LLEGADA PARTE 5/5



-          Tío somos una banda, necesitamos apodos y a ti te pega Fly.
-          ¿Porqué Fly, me estas llamando mosca?
-          No tío Fly de volar, te llamas Fletcher joder ¿Tu sabes lo difícil que es buscarte un mote con ese nombre? Confórmate con Fly, está chulo.
-          Eso es verdad Fletcher, Fly suena bien y es cierto que necesitamos apodos.
-          ¿Por qué coño necesitamos apodos y tú como te apodarías Urko?
-          Él seria Jumpy, me gusta Jumpy para él, le da empaque.
-          Jumpy suena bien, mini punto para ti 3J.
-          Miku es Miku, tú eres Fly, Urko es Jumpy y yo 3J, me faltas tú Gio… ¿Qué te parece Pike?
-          Me parece que Gio ya suena bien.
-          Pero Gio no es un apodo, es tu nombre.
-          Si no te gusta Gio puedes optar por no llamarme.
-          Qué carácter tenéis los italianos.
-          Esto es un pucherazo en toda regla ¿Porque a mí me tienes que llamar Fly y el se puede quedar con Gio?
-          Porque él me presenta tías y tú te las llevas toda la noche, a propósito aun no has contado nada al respecto.
-          Ni lo voy a hacer.
-          Eso Fly –adelantándose a los demás Miku- cuéntanos qué tal te fue con Seema, por lo que he oído de boca de una amiga no te fue mal del todo.
-          Dejadme en paz y centrémonos en el viaje para el verano, por mi está bien, aunque me gustaría llevar a Seema.
-          No puedes estar hablando en serio, conoces a una tía una noche ¿Y la quieres meter en unas vacaciones de la banda con cinco tíos? Tú sí que estás enfermo como también me digas que estas enamorado te juro que me haces vomitar el café y los malditos twinkies que la prima de este –mirando a Miku- me va a traer en cuanto se los pida.
-          Lo que sienta o deje de sentir por ella no es asunto tuyo Gio.
-          Lo habéis oído todos ha dicho: “lo que sienta”. Tío ya estás perdido, si que te ha pillado esa chica.
-          Esto pasa Gio cuando estas tanto tiempo sin mojar. Éste es tu futuro Miku si no espabilas y dejas los trabajos manuales.
-          Tampoco os paséis que Seema es una chica maravillosa-añadió Miku en defensa de su amiga-.
-          Lo que tú quieras pero es él quién se la está tirando, si es tan maravillosa ¿por qué se la presentaste?
-          Ella no es mi tipo, además es mi amiga.
-          Tío si eres amigo de todas jamás te acostaras con ninguna.
-          Dejemos el tema de mi virginidad a un lado.
-          ¿Eres virgen? No jodas, nadie ponía en duda tu virginidad eso lo has dicho tú.
El rubor corrió por toda la cara del pobre Miku -al caer en la cuenta de su error- que siendo tan pálido y con el pelo pelirrojo en pocos segundos parecía una zanahoria.
-          Jonas deja al chico en paz.
-          Si ha sido el solo el que se ha delatado.
-          ¿Y que si lo es?
-          Nada es solo que los ingleses sois todos unos salidos y se me hace raro que no se haya estrenado, pero eso tiene solución, esta anoche nos lo llevamos de putas.
-          Ni se te ocurra acercarlo a una prostituta, déjalo en paz, las cosas deben suceder de manera natural.
-          No pasa nada Fletcher, a mi no me parece mala idea lo de las putas.
-          Miku tío no me jodas ¿De verdad quieres perder la virginidad con una nigeriana sin dientes y con sífilis hasta en las orejas? No pienses que este gañan te va pagar algo mejor.
-          Gañanes, yo me apunto.
-          Porque será que no me sorprendo viniendo de ti Gio.
-          Si te sirve de consuelo yo tengo examen mañana y me quedo en la biblioteca.
-          Gracias Urko, por fin alguien con cabeza en esta banda de inconscientes.
-          ¿Porque los ingleses sois todos unos estirados? Lo siento Miku pero es verdad.
-          No lo sientas yo soy Galés, a nosotros nos va más la marcha.
-          Galeses y escoceses sois todos iguales…; no es una cuestión de ser estirado o no estirado o marchoso Gio, es cuestión una de moralidad.
-          Tú moralidad tiene nombre, es morena y lleva bragas –supongo-.
-          No mezcles a Seema en todo esto.
-          Yo no la he nombrado tío acabas de hacerlo tú.
-          Volvamos a los raíles –cercené así el tema de las putas- ¿Que vamos a hacer con lo de irnos de mochileros?
-          Yo me apunto aunque sea por lo de las eslovacas –apuntó Jonas-.
-          Y yo, no tengo nada que hacer este verano y Cardiff es muy fría en verano.
-          Contaba con ello Miku más después de que hayas quedado con estos esta noche.
-          Yo si reducís los gastos al mínimo común denominador voy, tengo que ajustar mi presupuesto cada curso, yo no estoy en Taunton con una familia detrás haciendo donaciones, mi dinero lo gano yo y lo administro yo, además el espíritu mochilero es el de buscarse la vida ¿no?
-          A ti te lo pago yo Urko, a mi lo de ir en plan austeros no me pega mucho, mochileros sí, pero con un cierto estanding.
-          ¿Qué vas a hacer tú al final Fly?
-          Y dale con lo de Fly, no me gusta ese apodo. Yo hablare con Seema y ya os diré algo, faltan más de tres meses aun, tengo tiempo de ver que hacemos.
-          Tío te oyes hablar, hablas en plural.
-          Hablo como me sale de los huevos Gio.
-          Cada vez pareces más neoyorkino tío, en serio no sabes cómo me alegra ver mi poderosa influencia sobre ti.
-          Déjalo estar 3J.
Tras más de tres horas de conversaciones infructuosas dejaron al cafetería de la prima de Miku y se fueron a la academia, en veinte minutos retomaban las clases.

sábado, 2 de junio de 2012

CRONICAS DEL VERANO: SOLSTICIO. CAPITULO PRIMERO: LA LLEGADA PARTE 4/5




-          -¿Venga ya has pasado toda la noche aquí?
-          -Aparentemente tú no, no al menos en tu cuarto.
-          -¿Te has quedado toda la noche esperando a que llegara?
-          -He estado esperando a mi hermano que por lo que veo esta noche se ha coronado.
-          -No te voy a dar detalles 3J.
-          -Acabas de confirmarme que hay detalles que contar ¿No te hagas de rogar?
-          -No hablare, soy un caballero inglés.
-          -Y yo un cabrón yanqui ¿y qué? Vamos suéltalo.
-          -Mi boca está sellada si quieres pornografía bájatela de internet.
-          -O sea ¿Que reconoces que hubo sexo duro?
-          -Estas enfermo Jonas.
-          -Y aun así me quieres reconócelo.
-          -No confundas el amor con la tolerancia J.
-          -Es como el amor y el odio, la diferencia es pura semántica.
-          -Ahora se porque suspendes lengua…y matemáticas, y física y química y todo lo demás. Jonas ¿Apruebas alguna vez?
-          -Le puedes preguntar a Amber o a Gretchen elige tú, te aseguraran que no suspendo la lengua, al menos la parte oral.
-         - A todo esto ¿Por qué no estás en clase?
-          -¿Y por qué no estás tú?
-          -Porque acabo de llegar y si te quitas de la puerta y me dejas pasar podre ponerme el uniforme e irme a clase.
-          -Vale pero te informo como delegado de clase que el señor Jobs no ha venido causando baja por enfermedad, no tenemos clase hasta dentro de tres horas.
-          -¿Desde cuándo eres delegado?
-          -Desde que ayer a Ryan le metieron una paliza por no pagar una deuda de juego.
-          -¿Y ya te han elegido a ti?
-          -No se ha presentado nadie.
-          -Eso sí es democracia.
-          -Bueno cámbiate ya de una vez y vámonos a dar una vuelta con los chicos y nos cuentas tu noche loca.
-          -No os voy a contar una mierda.
-          -Tío soy una mala influencia para ti, cada día hablas peor, pareces neoyorkino.
-          -Cállate Jonas.

Al final pude entrar en mi habitación –acompañado de Jonas- la puerta se cerró a nuestras espaldas apagando la estridente y sempiterna voz del americano para nada impasible. Casi veinte minutos después, ambos salimos y bajando las escaleras le sonó el móvil a Jonas con un estrepitoso y sonoro “Eye of the tiger” por tono –muy americano pensé en aquel momento, le pegaba mucho a 3J- tras colgar me comento que eran Miku Y Gio, nos estaban esperando a nosotros y a Urko al lado del río donde entrenan los remeros. Allí lleguemos en apenas unos minutos, Urko se nos había anticipado. Estando todos decidimos ir a una cafetería cercana donde trabajaba una prima de Miku y poder hablar al calor de una taza de café –la mañana era fría aunque a mi recién levantado me había resultado muy cálida-, al parecer Gio tenía planes para el próximo verano y quería incluirnos a todos en ellos, yo como siempre tenía libertad de movimiento –no tenía problemas económicos y mis padres pasaban de mi cada verano desde hacía ya demasiados años como para acordarme- aunque esperaba poder pasarlo lo más cerca de Seema posible, incluso me había planteado de manera fugaz alquilar un piso en Londres para estar cerca de ella –Londres quedaba demasiado retirado de Taunton como para plantearme ir a verla en coche-.
Ya en el café de Miss Holy cogimos una mesa al fondo y nos sentamos unos frente a otros, la prima -Rubi de nombre- de Miku no tardo en servirnos unas buenas tazas de café acompañadas además de por unas galletas por una amplia y preciosa sonrisa, era físicamente ancha pero de rasgos amables y se la veía cercana y agradable, desde luego no se parecía en nada a su primo que era de pelo dorado casi rojizo y tez pálida, ella era morena de ojos negros y un color de piel algo más bronceado, serian primos pero desde luego no parecían familia, sin contar que la chica tenía una voz cálida casi radiofónica, por contra cuando su primo hablaba parecía que estaban degollando una gallina, era un tono de voz indescriptiblemente horrible. Casi sin darme cuenta Gio y Jonas le estaban tirando los tejos –por llamarlo de alguna manera- la chica agradecida por las palabras de aquellos mastuerzos aduladores sonreía sin decir nada, no hizo falta, su primo con una mirada tan aterradora como su voz acompañada por el gesto de señalarse un dedo de la mano abierta –la zurda- en claro ademán de compromiso disuadió a los dos galanes salidos de tono –normalmente solo salidos- que rápidamente y con una sonrisa de circunstancia miraron hacia la mesa durante los siguientes dos minutos avergonzados por no haber visto el anillo en el dedo de la muchacha.
Cuando al fin a Gio se le fue del estomago el mal rato levanto la cabeza y decidió ir al grano contando su plan para este verano de 2011.
-         - Chicos ¿Que os parecería si este veranos mochila en mano nos recorriéramos la vieja Europa a lomos del transiberiano?
-          -Gio tú no has visto Hostel o Transsiberian?
-         - Algunos preferimos follar en lugar de ir al cine Miku.
-          -Vete a la mierda Gio, no es mi culpa si mi prima está comprometida.
-          -¿Eso ha sido golpe bajo?
-          -¿ Y  lo tuyo no? lo tuyo ha sido barriobajero, lo mío ha sido constatar la realidad.
-          -Pues igual que yo Miku ¿cuánto hace que no mojas?
-          -Touché, mejor cambiaos de tema.
-          -¿Porque? solo constato la realidad, en fin será mejor que volvamos al tema, entonces ¿Que opináis el resto?
-         - A mí no me parece mala idea, en Hostel los americanos nos poníamos hasta el culo de eslovacas.
-          -Jonas tu siempre tan practico.
-          -Es lo que hay Fly.
-          -¿Qué me has llamado?

sábado, 5 de mayo de 2012

CRÓNICAS DEL VERANO: SOLSTICIO. CAPITULO PRIMERO: LA LLEGADA PARTE 3/5





Ya dentro y mostrando que a pesar de todo aun nos teníamos un mínimo de pudor nos quitamos la ropa interior, cada uno la suya –agradecí a los dioses no tener que desabrochar los treinta corchetes de su corsé) y bajo las mantas vi su cuerpo desnudo –sin olvidar que ella veía el mío trayendo a mí de nuevo el rubor-, era preciosa, sublime como una diosa ante mis ojos, la bese y la abrace para sentir contra mí sus tersos pechos y su cálido cuerpo y sentí como una corriente eléctrica recorría mi cuerpo desde mis cabellos hasta las uñas de mis pies, era algo increíble y que nunca antes había sentido, ninguna mujer me había hecho sentir así jamás. Aquella noche nos amamos, nos quisimos y sobre todo nos hicimos el amor el uno al otro como si nos conociéramos de toda la vida, es más como si nos conociéramos desde los albores de la creación como si existiéramos el uno por el otro y dejáramos de existir cuando nos faltábamos. No sabía cómo podía sentir tanto en apenas horas pero teníamos algo especial cuando estábamos juntos, puede que por separados ambos fuéramos una vaga sombra de lo que éramos aquella noche, abrazados, unidos y fusionados como el cacao a la leche cuando se funden creando el chocolate. Esa noche fuimos eternos, éramos las estrellas en el cielo y la aurora boreal en los hielos, éramos un todo y nos sentíamos un todo cuando nos abrazábamos, éramos como el ying y el yang podríamos chocar pero no seriamos nada el uno sin el otro siéndolo todo juntos. Aquella noche no dormimos, no al menos durante muchas horas, horas en las que nos amamos sin descanso, como si nos fuera la vida en ello y el mundo se fuera a acabar al amanecer, parecía que cuando nos separásemos –y era lago que iba a pasar- para ir cada uno a su lugar –cada uno a  sus ala de la academia y cada uno a sus clases, pasarían horas hasta que volviésemos a vernos- el mundo se nos acabaría, aquella noche se nos iría y por ello no quisimos dormir, tras amarnos hablamos y hablamos, nos conocimos todo lo que amándonos no lo habíamos hecho ya hasta que el amanecer nos encontró y  nuestras miradas se pagaron la una frente a la otra, finalmente nos dormimos ya con la luz del rocío despuntando, el sol nos descubrió desnudos y nosotros lo engañamos escondiéndonos entre las sabanas, no queríamos que aquella noche acabase nunca.
Pero finalmente la mañana llego con su luz desoladora y tras desperezarnos con una ducha tibia y volver a hacer el amor bajo el agua dejamos la habitación de aquella vieja pensión de mala muerte que para nosotros se había convertido en el símbolo de nuestro amor precipitado y algo atropellado pero ante todo sincero y verdadero. La respuestas a todas aquellas preguntas sobre el amor a primera vista tenían a la luz del sol una respuesta clara y potente: La amaba, tenía claro que amaba a Seema y que aquella noche no sería la última sino la primera de una larga vida juntos si los hados nos respetaban.
Tras aquella apacible ducha de la que al salir nos sentíamos más “sucios” que al entrar salimos a desayunar –no sin antes despedirnos de Maggie- a un pequeño brunch familiar que había dos calles más abajo en la esquina de la quinta con Woolf. Estábamos hambrientos y comimos como lobos, en aquella situación cualquier pareja se habría sentido incomoda al ver engullir a la otra pero entre nosotros todo era tan cotidiano, tan natural que de verdad pensaba a veces que nos habíamos conocido en una vida anterior, parecíamos conocernos de siempre y apenas lo hacíamos desde hacia unas horas, era algo increíble aquellas miradas de complicidad entremezcladas con sonrisas y alguna risa entre dientes. Comimos como si se tratara de la ultima cena de un reo en la milla verde, tras un batiburrillo de pasteles y pastas con té que tomemos al postre nos fuimos dándonos la mano por primera vez, curiosamente nos habíamos entregado el uno al otro sin restricción y algo tan natural en un apareja como ir cogidos de la mano era algo que nos habíamos saltado –como dicen el orden de los factores no altera el producto ¿no?- como si nada, de hecho al hacerlo el rubor volvió de manera casi inocente a nuestras mejillas nada inocentes y nos perdimos avenida abajo en dirección a la Academia, aunque parecía media mañana apenas eran las 08:30 y en treinta minutos empezábamos las clases, llegar a tiempo era casi imposible ya que teníamos que ponernos los uniformes, aun sabiendo que nos iban a sancionar decidimos ir dando un paseo sin correr, lo hecho, hecho estaba.
Cuando lleguemos tuvimos que despedirnos ya que íbamos a las diferentes del edifico y no nos interesaba que nos vieran entrar juntos así que nos separamos con un pequeño beso y mis ojos se perdieron tras ella mientras se alejaba paso a paso hasta perderse por la puerta del ala este. Yo respire hondo y entre subiendo las escaleras a toda prisa tratando de evitar miradas y explicaciones a nadie –cosa que sería imposible- algo que se tornaba imposible cuando al llegar al pasillo en cuyo fondo se encontraba mi buhardilla, con aire desesperado –pero una gran sonrisa- un despeinado y mal vestido Jonas esperaba en la puerta, aparentemente había pasado la noche allí, al menos el aspecto de la ropa y el hecho de ser la misma de la noche anterior así lo delataba.

sábado, 14 de abril de 2012

CRONICAS DEL VERANO:SOLSTICIO. CAPITULO PRIMERO: LA LLEGADA. PARTE 2/5


En las siguientes semanas y antes de empezar el curso académico Urko, Gio, Jonas y yo nos conocimos mucho más saliendo de tanto en tanto  a la Taberna del Pony o a los pub de White Chapel donde no nos costaba entrar sin necesidad de demostrar nuestras respectivas edades -algunos ya éramos mayores de edad y otros lo eran en sus países de origen, pero el reino unido era muy diferente y el control en estas cosas era cuando menos irrisorio- gracias a que era un barrio en el que se concedían muchas licencias –la policía toleraba bastante el barrio a cambio de que este se mantuviera libre de drogas, les toleraban delitos menores-.
Una noche en Charmed –pub de White Chapel- 3J, Gio y yo conocimos a un Galés pirado llamado Michael pero que a petición propia llamaríamos Miku y que aquella noche me cambiaria la vida al presentarme a una preciosa chica de piel canela llamada Seema, era inglesa pero de familia hindú como tantísimas otras, en su acento note rápidamente que era de Londres y aquella noche deje a todo el mundo de lado para perderme en sus enormes e inmensos ojos verdes. Me sorprendió hablando con ella que llevaba tres años en Taunton y jamás la había visto, puede ser que yo no prestara demasiada atención en las chicas pero me parecía irreal que nunca la hubiera visto ni le hubiera prestado atención a ella, ya que ante mis ojos ella era un faro que iluminaba todo a su alrededor ¿Cómo no había visto su luz? Solo podía pensar que entre las clases, los trabajos y mi novela –estaba escribiendo una novela sobre una Inglaterra post apocalíptica en la que los escoceses , los irlandeses y un puñado de ingleses y galeses se habían unido –de verdad- bajo una única bandera para lidiar contra una fuerza autoritaria que reclamaba la comida y el agua de los pocos pantanos que la sequia había dejado, eran la resistencia y tras levantar nuevamente el muro de Adriano luchaban espalda contra espalda para eliminar la amenaza totalitaria y restablecer un nuevo país- había estado demasiado absorto para ver su luz…pero es que habían pasado tres años sin verla, por más que le daba vueltas no conseguía entenderlo hasta que ella me explico que por la enfermedad de su padre pasaba largas temporadas fuera de los muros de Taunton, lo cual podía explicar de manera un tanto vaga el porqué no la había visto nunca.
Las cervezas dieron paso a las copas, a mi espalda podía ver a Miku, Gio y Jonas beber y hablar sin quitarme ojo, tenía bastante claro que me estaban poniendo verde, más aun cuando ellos no estaban ligando, solo a Miku se le veía sonriente, se notaba que Seema era amiga suya y la veía divertirse conmigo. Serian las tres de la mañana cuando decidimos irnos del local despidiéndonos de los chicos –la mirada de Jonas rezumaba un extraño orgullo que en él me asustaba-, paseemos por la avenida de Virginia Woolf a la luz de las pequeñas farolas que apenas iluminaban al calle pero me permitían admirar sus ojos verdes tras sus gafas de pasta y ver el brillo azulado de su sonrisa, era una magnifica noche que ambos decidimos no acabara en la academia. Buscamos un motel ya que apenas llevábamos treinta libras encima –habíamos bebido mucho en Charmed- entre ambos, lo justo para una noche en un hostal o un motel de baja categoría, pero no nos importaba demasiado solo queríamos estar juntos aquella noche y seria especial acabáramos donde acabáramos independientemente del nivel de la habitación –a veces dictaminado por la cantidad de cucarachas del baño-. Tras andar más de hora y media bien abrazados por los diferentes barrios de Taunton encontramos la pensión de Maggie Sherman cerca del antiguo teatro Meliès –cerrado desde hacía casi veinte años, era uno de aquellos teatros donde pasaban las funciones de Shakespeare y las sesiones dobles de películas de serie B-.
La vieja Maggie ni siquiera nos exigió las identificaciones, solo nos hizo firmar –con el nombre que quisiéramos, aprovechamos para ponernos Pumpkin y Honey Bunny homenajeando Pulp fiction película que nos entusiasmaba ambos- y pagar por adelantado y nos condujo a una pequeña habitación con un ventana de madera, una cama de matrimonio –se nos ilumino una sonrisa- y un pequeño baño compartido en el pasillo. Le agradecimos nos atendiera a horas tan extrañas y con una breve sonrisa –casi una mueca simiesca- y un ademan de conformidad nos dejo solos y se perdió pasillo abajo, sus pasos se oyeron bajando por la estrecha escalera que daba al hall de recepción.
Nos quedemos solos y nos miramos el uno al otro, no éramos niños pero nos sentíamos indefensos el uno ante el otro, la seguridad que teníamos mientras paseábamos ante la tenue luz de la luna se transformó en nerviosismo y miradas al suelos. Tras un lapsus de apenas unos segundos pero que a ambos nos parecieron horas decidí acercarme y subiendo su barbilla –inclinada hacia el suelo como su mirada- con mi mano la puse frente a mí y pude sentir su corazón en su respiración entrecortada y nerviosa, y la bese. La bese al menos durante cinco minutos -quizás más-, apenas podíamos respirar mientras nuestros labios nerviosos hacía segundos ahora se presentaban seguros de sí mismos y sabios como viejos hechiceros lamiendo y mordiendo con extrema sapiencia, con dulzura y una pasión que dejaba muy atrás las inseguridades de los primeros minutos. Mis manos ya alejadas de su barbilla dibujaban formas entre su cintura y su trasero perdiéndose de tanto en tanto en sus pequeños pero firmes, redondos y suaves senos, para sin más miramientos desvestirla rápidamente pero sin perder la suavidad y la dulzura, así como una cierta compostura heredada de mi  educación elitista inglesa. Primero fue la cremallera del top –o corpiño- azul que llevaba que empezó resistiéndose pero cedió para dejar ver un hermoso corsé blanco con muchos encajes y quizás demasiados corchetes para desabrochar –para mi gusto al menos-, para luego volver a vérmelas con una cremallera, esta vez de la falda que aunque no se me resistió en primera instancia abriéndose de manera ágil entorno a su preciosa cintura que momentos antes había torneado con mis manos, se me resistió a la hora de bajar la falda en sí –la ropa estaba confabulando contra mí para hacerme parecer un autentico patán con tan poca maña en desvestir a una mujer como falta de orientación a la hora de darme cuenta de que ella me está mirando de manera compasiva para hacerme entender que a ella le resulta más fácil bajarse la falda si yo quito mis manos de la misma- haciéndome desistir ante una preciosa mirada de Seema que me incitaba a dejarla a ella terminar –soy un fraude pensé para mis adentros mientras me ruborizaba por mi falta de maestría quizás acrecentada por el mucho tiempo que había pasado desde la última vez que había desnudado a una mujer y en aquella ocasión se desnudo ella y al cantidad de ropa era muy inferior-. Tras quitarse la falda dejándola caer hasta los tobillos y alejándola con estos quedo ante mí con solo un pequeño corsé u unas minúsculas braguitas blancas que destacaban sobre su piel color canela y su melena negra como la noche, sus enormes ojos verdes –ya sin las gafas marcándolos- emitían una luz que iluminaba aquella pequeña habitación, era preciosa y yo un necio afortunado  por tener a semejante bombón ante mí en aquella extraña noche entre las paredes de aquella ruinosa pensión y ante una enorme cama de matrimonio ¿Qué había hecho yo para tener tanta suerte, como podía estar allí de pie tan hermosa ante un gañan como yo?, deje de hacerme preguntas y dando un par de pasos la abrace, la rodee con mi brazos anudándola contra mí y nuevamente nuestros labios se encontraron a medio camino para conducirnos nuevamente a una espiral de pasión que quizás escondía un temprano amor –¿era pronto para enamorarse, o quizás el amor no tiene fechas ni tiempo para ser mesurado, medido o cuantificado, no se puede amar a primera vista como siempre nos lo ha pintado la vertiente romántica? no lo sabía pero me moría por averiguarlo, pero sería después de aquella noche en la que la pasión lo inundaba todo y no daba pie a pensar en amor u otras ideas que el romanticismo siempre nos vendía-.
Cuando nuestras bocas decidieron separarse para descansar –buena falta les hacía- Seema empujándome me tiro sobre la cama y con una dulzura extrema comenzó a quitarme la ropa –gracias a dios antes de salir me había duchado y aseado plenamente así como me había quitado el casposo uniforme de la Taunton para vestirme algo más informal que de costumbre-. Su manos desabrochaban mi camisa blanca y desanudaban una fina corbata azul oscuro –iba algo más informal pero elegante, sigo siendo inglés- que rodeaba mi cuello mientras su lengua lo lamia cariñosamente hasta deslizarse por mi torso descubierto botón a botón por sus propias manos hasta llegar al cinturón que ceñía mis pantalones vaqueros y que sin dejar de lamer desabrocho y retiro con un fuerte tirón, quitado bajo mis pantalones con ambas manos quedando a la vista unos bóxer azules cuando menos curiosos ya que mostraban una cabina telefónica de la policía de los años cincuenta y una frase en amarillo que ponía como un grito a las estrellas: “Gerónimo” . Ya desnudo solo tapados por nuestra ropa interior nos metimos en la cama y nos arropemos, el frío en Taunton era conocido y temido pero pronto nuestros cuerpos darían cuenta de él y las mantas y sabanas nos sobrarían.

sábado, 31 de marzo de 2012

CRONICAS DEL VERANO:SOLSTICIO. CAPITULO PRIMERO: LA LLEGADA. PARTE 1/5



Aquel verano paso y no me fue tan mal como en años anteriores, supongo que el hecho de que Jonas se quedara conmigo en Taunton fue en gran medida lo que contribuyo a que no fuese un verano aburrido más.
El nuevo curso académico estaba cerca de comenzar y ese año iba a ser diferente, muchas cosas iban a cambiar en mi vida y yo y Jonas nos veríamos arrollados por una serie de acontecimientos que lo cambiarían todo y que empezaban con la llegada ese otoño a la Taunton Academy de un español llamado Urko.
La primera vez que lo vimos nos pareció quizás algo retraído y callado -nada más lejos de la realidad- con su pelo rubio -casi castaño-cortado al dos o quizás al tres dejándose el pelo más largo por encima de las sienes y peinándolo con ayuda de la espuma o de gomina de manera despeinada y asimétrica. Era corpulento sobre el uno ochenta de estatura y los setenta kilos o así -quizás alguno más- de grandes espaldas y brazos, sus ojos asomaban verdes y grandes y pese a sus dieciocho o diecinueve años lucia algo de barba, no mucha la justa de llevar unas semanas sin pasarse la cuchilla. Vestía vaqueros algo raidos y llevaba una camiseta de un equipo de futbol, a rayas rojiblancas horizontales -me recordó a la camiseta del Celtic de Glasgow cambiando el verde por el rojo-, que poco le iba a durar esa ropa en cuanto le ordenaran ponerse el uniforme de Taunton pensamos Jonas y yo no sin mirarnos -y sonreírnos-, y esa barba no pasaría ni medio día antes de que el rector le dijera que la rasurase -le diría que en Taunton no se admiten cavernícolas en el mejor de los casos, en el peor lo llamaría ex convicto o similar-.
Los primeros días del curso no reparemos mucho en él ni yo ni Jonas que estaba mucho más entusiasmado con la nueva remesa -que horrible suena dicho por el- de chicas que habían llegado a Taunton, fantaseaba -a veces en voz alta- con cuántas de ellas iba a pasar la noche jugando –no sin antes esquivar al sabueso por los pasillos- a los médicos o a la enfermera sexi. Desde luego su afición por el sexo femenino era el menor de sus defectos –le gustaba el juego, el alcohol y el futbol americano- aunque todos ellos lo hacían especial…a su manera; no por nada se llamaba tres jotas según él en honor a su pasión por el póker, según yo por llamarse Jonas Jasper Jones.
En los meses siguientes y de manera quizás demasiado abrupta entramos en su círculo -o él en el nuestro no sabría decir que fue antes el huevo o la gallina-. Una buena tarde de Enero Jonas y yo paseábamos por las inmediaciones del gimnasio cuando escuchemos algo en la pista, al principio no reparamos demasiado porque los chicos jugando al futbol, basket o Lacross hacen mucho ruido -nosotros éramos más de Keating que de Carter- hasta que los ruidos fueron lo suficientemente claros para diferenciarlos, no se trataba de un lance de juego sino de una pelea. Cuando entramos en el gimnasio vimos al chico español defendiéndose con bastante solvencia de tres matones de cuarto. Jonas me miro y no hizo falta que hablara para saber lo que sus brillantes y entusiasmados ojos me decían, como buen americano le encantaban las peleas y las trifulcas, me estaba incitando a que nos metiéramos –uniéramos según él- en una, pude negarme pero no me parecía bien un tres contra uno así que corrimos hacia ellos y les gritamos improperios que iban desde el gallina hasta el que recordaba los quehaceres de sus madres -santas ellas en algunos casos y seguramente no tanto en otros- por las noches en el barrio ruso de Taunton.
Los puños volaban y los puñetazos iban desbocados de un lado para otro, una mejilla rota por aquí, un labio hinchado por allá, y la pelea se puso divertida cuando un Jonas que sangraba abundantemente por su ceja izquierda apareció por detrás de los susodichos gorilas con un remo del equipo de remo del colegio, relatar lo que sus ojos me contaban en ese momento horrorizaría a más de uno empezando por mí mismo, lanzo un par de remazos al aire de manera desafiante, lo suficiente para que los de cuarto perdieran el culo.
Cuando todo acabo comenzamos a limpiarnos la sangre como pudimos, hacía mucho –dijo Jonas- que no se metía en un buena pelea -lo decía con un tono de diversión en la voz que me acongojaba- y es que como el mismo decía los ingleses no sabíamos divertirnos. Tras limpiarnos le preguntemos al chico que demonios había pasado y de manera seca pero concisa nos explico que lo habían insultado, que le habían llamado terrorista. Nos explico que Urko era un nombre de origen vasco, pero que él era granaino -no granadino- y que no se iba a dejar insultar por nadie, aunque ni Jonas ni yo estábamos puestos demasiado en el terrorismo de España yo trate de extrapolarlo a los problemas que antaño sufrimos con el IRA y en cierto modo entendí su enfado y su forma de sentir –durante mucho tiempo ser irlandés o parecerlo era motivo de burla y mofa por los ingleses-, le tendimos la mano en señal de amistad y yo trate de disculpar el comportamiento neandertal del pueblo ingles representado por esos dos energúmenos y el nos dijo que no hacía falta darse las manos ni pedir disculpas por un mal ajeno pero que no le importaría que esas disculpas se transformaran en pintas de cerveza roja. Así que ante tal propuesta de Urko y la sonrisa enmarcada en el rostro de Jonas accedí que fuéramos a tomar unas cervezas fuera del campus.
Así salimos del campus y atravesemos Staplegrove en dirección a la avenida Priory, cerca del Brewhouse en el barrio de Tánger se encontraba SmileyPonny, una añeja cantina con un tabernero no menos viejo y con no menos grasa en el mandil de la que había repartida por la vieja y ajada barra de madera, era la clásica tasca irlandesa con un pelirrojo irlandés de los de toda la vida, duros y de agrio carácter -no le digas jamás nada del ManU o te comes la jarra sin cerveza- pero Rory no era un mal cantinero, escuchaba cuando él quería y cuando no te escupía por mirarle pero en el fondo -había quizás que hurgar bastante- era un gran tipo y amén de todo eso tenía la mejor birra roja de todo el condado de  Somerset.
Nos sentamos a la barra y pedimos tres pintas de su mejor cerveza roja la cual nos fue servida en unas maravillosas y heladas jarras de latón abolladas y dios sabe si higiénicamente bien lavadas -no era momento y menos delante de Rory  de cuestionar la higiene de su local- pero lo que era indudable y lo reconocimos todos tras el primer sorbo es que aquella cerveza -refresca gaznates y quizás adulterada por la mugre- era sin duda la mejor de todo Taunton.
A la quinta a Urko -al fin- se le empezó a soltar la lengua, nos conto que era de un pequeño pueblo de Granada -pequeño pero irreductible al invasor como los galos- que subsistía del campo y en menor medida de la industria cárnica –poseían un jamón denominación de origen conocido y apreciado alrededor del mundo salvo en Inglaterra donde somos más de york-. También nos conto que tenía dos hermanas -en este punto es donde Jonas prestó mayor atención- y varios sobrinos. Pero que él había estudiado en la capital del reino -así llamaba irónicamente a Granada capital- y con los años el pueblo se le hacía pequeño llegando a sentirse como un pez atrapado en una pecera, y de ahí que su esfuerzo, tesón y sobre todo el dinero ganado trabajando en el campo de sol a sol los ultimo tres años lo habían llevado a Taunton, esperando que una licenciatura en Taunton le abriera las puertas al mundo –al fin y al cabo Taunton tenía una reputación a la altura de universidades como Oxford o Cambridge en Inglaterra y Yale, Harvard o Princeton en los Estados Unidos –yo de manera satírica siempre los había llamado “Los Estados Fornidos de América” por aquello de que están todos gordos como vacas, pero por respeto a Jonas había dejado de llamarlos así- siendo Taunton quizás más elitista que estas últimas-.
Tras no pocas cervezas todos nos sinceramos un poco  -Jonas quizás demasiado, pero hablar era algo que formaba parte de su rutina- y terminamos riendo a carcajadas mientras la gente de las mesas de al lado -cambiamos la barra por una mesa cerca del billar tras la cuarta ronda- no dejaba de mirarnos  de aquella manera tan inglesa que parecía que tras la espalda guardaban llaves inglesas o cualquier rudimentario trozo de acero para abrirnos las cabezas al la menor salida de tono. Ya casi cuando disponíamos a marcharnos un chico de larga melena negra y brazos tersos y marcados se acerco a nosotros con dos chicas -algo mayores que nosotros, una con el cabello rubio y corto con piercing en la nariz y la otra con el pelo más largo y de un tono caoba poco natural-. Durante unos segundos más seguí escrutándolos, observe con curiosidad un pequeño tatuaje que el chico llevaba en el antebrazo izquierdo así como un que la chica del pelo corto llevaba por debajo del ombligo -y que se podía adivinar sin necesidad de demasiada imaginación donde acaba aquella serpiente tatuada. Rompiendo el silencio el chico se adelanto un paso y hablo de una manera clara y directa, con una enorme seguridad en su voz:
-          ¿Sois chicos de Taunton no?
-          Si y tú  -respondí adelantándome al resto-, porque me suena mucho tu cara –y su pelo poco acorde a los gustos del rector-.
-          Soy Giovanni Bellacqua  pero llamadme Gio, soy compañero vuestro de tercero, os he visto y pensé que como a mí me sobraba una chica que y a vosotros os faltaban tres –todos se rieron-…
-          Pues siéntate y por favor no escatimes en detalles a la hora de contarnos como es que aun el rector no te ha obligado a rapar tu melena.
-          Tú eres Fletcher no, tío eres una leyenda en Taunton, se cuenta que tus padres donan tal cantidad de dinero que hasta el perro te va  a arropar por las noches –ante aquel agudo comentario todos se rieron yo el primero- ¿Es verdad que cuando colocaron las columnas del patio tu ya te habías agenciado la buhardilla?
Entre risas –más aun con aquella pregunta- y cervezas –aun tomamos varias rondas más ya que éramos tres más a la mesa- nos conto que pertenecía a una adinerada familia italiana dedicada desde hacía siglos a la elaboración y venta de mozzarella -quesos- y un vino espumoso rosado muy de la tierra –lambrusco- la cual hacía cuantiosas y frecuentes donaciones para nueva infraestructura de Taunton, eso conllevaba ciertos beneficios o licencias, entre otras el pelo, la habitación y el poder tener tarjetas de crédito –lo cual nos vino a todos muy bien porque aparte de pagar él la cuenta en el futuro nos seria de gran utilidad- . Aquella noche no termino ahí, tras dejar la taberna todos estábamos cuando menos achispados –era una forma muy elegante de decir que nuestra tolerancia al alcohol no era tan alta como la cantidad de cerveza que habíamos ingerido- llegamos a Taunton muy  tarde, las puertas estaban ya cerradas y las normas nos obligaban a pernoctar fuera si no llegábamos al cierre. Pero ninguno teníamos intención de dormir en la calle y menos Gio y Jonas que planeaban como introducir en Taunton a las chicas -La rubia se llamaba Kirsten creo y la pelirroja Megan quizás- , solo contar que parecía un chiste vernos aupar sobre nuestros hombros a las chicas –para nuestra sorpresa y el deleite de Jonas estas no llevaban ropa interior, no podíamos dejar de mirar, ni siquiera yo y toda mi educación inglesa-,  al final conseguimos introducirlas por unas de las ventanas del primer piso y con mucha suerte estas nos abrieron  por la parte de atrás del patio, por las puertas de servicio de la cocina. Aun me pregunto cómo llegaron hasta donde llegaron con tal maestría y rapidez -algo me decía que no era la primera vez que las dos chicas habían estado por Taunton, incluso que no era la primera vez que entraban de aquella alevosa y nocturna manera-. De aquella noche -tras entrar y llegar a mí habitación- no supe más, días después Gio y Jonas nos contarían como habían evitado al sabueso en el pasillo del tercer piso, pero eso ya es otra historia, yo solo quería dormir y sacar a pasear mi resaca a lo largo de la almohada.

lunes, 19 de marzo de 2012

CRONICAS DEL VERANO:SOLSTICIO. PROLOGO




Eran las tres de la madrugada, de una fría madrugada de Junio, me encontraba cansado por la monotonía de la vida en la academia, el frío no era lo más temible de la Taunton Academy,  ni siquiera lo era la dura vida en el condado de Somerset anclado aun en el siglo veinte, lo más duro era sentir que allí íbamos todos los hijos cuyos padres se querían quitar del medio, mentiría si dijera que era algo que ya no me importaba, algo que ya no me dolía, dolía del mismo modo que el día que ingrese hace ya once años, he vivido más entre estos lóbregos y añejos muros que entre las paredes de la casa de mis padres, no la considero mía ya que apenas si la recuerdo, hace años que no la piso ni durante las vacaciones ni fiestas de guardar ya que mis padres están de viaje, nunca están en casa y por ende yo tampoco voy, me quedo en la academia o viajo con los emolumentos que mi padre generosamente ingresa en una cuenta a mi nombre, es su forma de decir lo siento supongo, mis padres son ricos, yo solo tengo dinero.
El frío no me hacía desistir de fumarme mi cigarrillo de por la noche, era de lo poco que me consolaba cuando me ponía a pensar en mi vida, allí estaba yo, sentad en la cama mirando por la ventana de mi habitación; las habitaciones en Taunton eran compartidas, pero mi padre se había asegurado de que no la compartiera con nadie, Taunton tiene muchas tradiciones antiquísimas, y la convivencia es una de ellas, pero hay pocas tradiciones que el dinero de mi padre no pueda comprar, pero qué más daba estar solo en la habitación así es como me encontraba encerrado entre esas cuatro paredes de mi buhardilla, siempre desde que tengo uso de razón me he sentido salo, la presencia de nadie podría haber cambiado eso, al menos eso pensaba yo, en los próximos meses mi opinión sobre esto y otros muchos factores de mi vida iban a cambiar, mi mundo entero iba a cambiar de manera inexorable, pero eso aun no lo sabía.
Apagué mi cigarro contra el quicio de madera de la ventana tras exhalar mi última calada y me acosté, pero fueron pocos los minutos que pasaron hasta que mi estomago rugió como una fiera, ese tipo de momentos embarazosos eran el tipo de cosas que no sufría al estar solo. Salte  de la cama decidido a comer algo, como era normal a las tres de la madrugada no estaba abierta la cocina, bueno en realidad para los estudiantes nunca estaba abierta, no podíamos comer nada fuera de las horas de comedor (no se concebía comer entre horas ya que la salud era uno de los pilares de la academia, ya sabéis eso de “mens sana in corpore sano”…pues eso llevado al  extremo), pero eso tampoco era un excesivo problema, llevaba viviendo allí desde los siete años, conocía cada giro, cada recoveco y cada misterioso corredor, cada galería y cada sombra de la academia, podía moverme en la oscuridad ya que con los ojos cerrados era incapaz de tropezar, era en cierto modo mi casa, y de tal manera me dispuso a llegar a la cocina y sustraer de la alacena al menos un par de bollos de miel…lo único problemático podría ser el “perro”, el perro era el sobrenombre que recibía el profesor de física Jason Keating ya que era viejo como él solo, pero un autentico sabueso…bueno en realidad era un ser infame que disfrutaba destrozando los sueños de los chicos bien de la academia (yo era de sus favoritos); cada noche uno de los profesores hacía rondas nocturnas para evitar cualquier suceso extraño, entiéndase como suceso extraño que los alumnos nos escapáramos o bien para salir de fiesta(poco probable) o bien para colarnos en el ala de las chicas (increíblemente probable) o como era mi caso irme a hurtadillas a sisar comida de la alacena.
Así pues con la sombra del perro en mi retrovisor de manera permanente salí de mi habitación y baje las escaleras, siempre pegado a la pared y descalzo para no hacer ruido alguno. Fui de planta en planta sin despegarme demasiado, con mi espalda a modo de ventosa contra el frío muro, cuando llegue a la segunda planta -venia de la sexta- atisbé a escuchar unos pasos y vislumbre lo que era la luz de una pequeña linterna que se aproximaba bajo el dintel de la galería este, el lado de las chicas sin lugar a dudas era él, tragué saliva y contuve la respiración, estaba demasiado cerca para tratar de ocultarme solo esperaba que pasar de largo sin enfocarme, quizás las sombras cuidarían de mi esa noche como lo habían hecho otras tantas. Se aproximaba y el silencio era tal que solo escuchaba sus pasos y mi corazón, entonces paso ante mí y pude respirar, el personaje venia enfundado en una suerte de manta de la que solo salía la tenue luz de la linterna como si de un ciclope se tratara, no me vio pero yo a él sí y de un golpe seco le quite la manta y bajo ella estaba como no el americano, Jonas era un estudiante norteamericano muy propenso a las visitas nocturnas a las chicas.
¿De qué habitación vienes esta noche tres jotas?
¡Coño! que susto me has dado tío, creí que eras el perro.
Eso mismo he pensado yo de ti.
-  Para nada tío, el es muy ruidoso y yo soy muy sutil.
Eso no es lo que comentan las chicas.
¡Ja ja, ya eso…! ¿En fin adónde vas?
A la cocina a comer algo, si quieres acompañarme eres bienvenido.
Gracias pero créeme si te digo que yo vengo bien cenado.
 En serio, no quiero detalles.       
-     
-          Sin más se despiden sin decirse mucho más el uno al otro salvo sonrisas socarronas cruzadas. Antes de alejarse Jonas gira y susurra algo:
-          ¡Shhh!, vengo de la habitación de Gretchen.
Sin molestarme en responder levanto la mano haciéndole saber que me parece muy bien y sigo mi camino esta vez más tranquilo, hasta llegar al vestíbulo, una vez allí me escurro hasta el montacargas que hay cerca de los aseos  -se encuentra oculto a la vista- y que lleva directamente a la cocina, para mi desgracia el mantenimiento lo lleva Suchy… que es de esas personas que no tiene mucho amor a su trabajo lo que nos lleva al hecho de la falta de aceite de los engranajes y levas del montacargas que suenan y chirrían por toda la academia, mi misión secreta se acaba de convertir en “vox populi” para mi desgracia. Este desgraciado incidente me hace -toda vez que salgo del montacargas en la cocina- correr hacía la alacena y abastecerme con varios bollos de miel y pequeñas napolitanas de crema –no contaba con las napolitanas, pero se agradecen- . Tras cargarlo todo en un pequeño saco que formo con la parte baja de la camisa de mi pijama salgo corriendo por la puerta de atrás de la cocina, el montacargas –lento para las huidas-  queda desechado. Veo luces que se cruzan, entiendo que el montacargas ha avisado a alguien más además de al perro, es hora de tragar saliva y hacer algo realmente loco y arriesgado como salir al patio trasero y tratar de escalar hasta el segundo piso apoyándome en una de las tapias de la casa de Suchy; dicho y hecho llevo a cabo mi plan -suicida- consiguiendo encaramarme a duras penas hasta el segundo piso, para mi suerte uno de los ventanales del pasillo está abierto con lo cual no tendré que tocar a nadie para que me abra, la verdad es que no es hora de tocar a ninguna ventana, además si toco a la equivocada al día siguiente todos sabrían lo que habría hecho empezando por el director, el compañerismo brilla por su ausencia -según quien- si se puede conseguir una distinción por denunciar a un compañero por conducta inmoral o delictiva en este caso.
Me agarro a la cornisa de la ventana y me meto por ella, aunque no he perdido ningún bollo, estos están un tanto aplastados, aunque el estomago no hace distinciones. Ya en el segundo piso subo hasta el sexto pegado a la pared y muy despacito para tratar de no llamar más la atención esta noche y llegar a mi habitación, en que mal momento estaba tan arriba la dichosa buhardilla, -pese a todo- pasadas las cuatro de la mañana llegue a mi habitación y la cerré con llave a mi espalda, por fin había llegado, cuando me senté en la cama y saque los bollos y las napolitanas caí en la cuenta de que entre el estrés y el cansancio había perdido el apetito. De repente tocaron a la puerta y temí lo peor, me habían visto, trague saliva y abrí la puerta ante mis ojos y con asombro descubrí tras la puerta a Jonas el americano.

¡Joder cuanto has tardado!, espero que al menos hayas traído algo que comer que a mí el esfuerzo físico me da hambre, como dijiste que ibas a la cocina por priva decidí visitarte y compartir contigo esta suerte de brunch de madrugada.
 Pasa y sírvete –una sonrisa entreabierta tapo ligeramente mi frustración ante tan intempestiva visita-.
       
Aquella noche por primera vez en años no estaba solo y por alguna extraña razón con Jonas allí tampoco me sentía así, era pesado y fanfarrón pero si escabas bajo varias capas -muchas quizás- no era un mal chico ese yanqui alto y rubio como los quarterback de las películas americanas.